Muchas veces, aunque deseemos mantenernos receptivos, abiertos a las cosas, ciertos actos (buenos) no dejan de sorprendernos.
Fue mi caso, hace unos pocos días, haciendo espera de mi bus (no es mio, pero es la ruta que me traslada de mi colonia al mundo) cuando dos mujeres se acercaron a hacer espera de su ruta.
Una de ellas era mayor, la otra era apenas una joven, y la mayor la aconsejaba con detalles que todas las mujeres debemos saber. Mas que cosa de costumbre y generación, son generalidades que nos hacen mujer.
Yo no pude evitar, voltear y verles con una sonrisa, pues esta escena la vivimos todas, tarde o temprano,(la mía fue temprano) cuando tenemos la bendición de tener alguien que nos guié.
La consejera de esta escena se sentó mientras terminaba su ultimo regaño y sacó unos dulces, que según dijo, le mandaron de Costa Rica.
Ella dio un trozo a su joven, y luego, dirigiéndose hacia a mi, me preguntó : ¿Le gusta el dulce?
Y agregó-imagino que por mi reacción- no tenga miedo, tomé. Abrió la bolsa que contenía los dulces y la acercó hacia a mi.
Así que tome el dulce (que estaba realmente delicioso) y me endulce en todos los sentidos.
A los menos sensibles, lo anterior les parecerá un hecho aburrido, sin sentido - con mucho cinismo- y hasta cotidiano.
Por ello, este espacio lo llamo Reflexivo, porque, dándole un segundo nada mas, ¿que tan a menudo un extraño nos ofrece dulce sin intenciones de robarnos, distraernos o meternos a camioneta negra que se lleva el olvido?
¿y como se que no fue ninguna de esas cosas? Pues les escribí el post, ¿no?
La búsqueda de la bondad no debería ser un viaje imposible al cual solo se atreven los soñadores, idealistas y literatos, debe ser una acción propia, un virus que contagie a las personas que se crucen en nuestro camino, y obviamente no contagiaremos a todos, algunas personas son inmunes a la humanidad, pero contagiaremos a alguno, y eso ya es bastante.
¿Y tal vez te preguntes que tiene de bondadoso regalar un dulce?
Te diré; no se trata de lo que das, sino de como lo das. Al final del día da quien quiere, y no quien tiene.
Pero la gran ganancia de lo que hacemos queda en las personas para quienes lo hacemos, ella me endulzo el día, sin conocerme, sin cuestionarme, sin juzgarme, sin esperar nada a cambio, para mi, eso es un acto de bondad.
En palabras de un grande:
"La bondad no es norma, sino acción. Un acto bueno es moralidad viva y vale mas que cualquiera agatología muerta.
Si la bondad no está en la conducta, sobra en las opiniones. El hombre puede ser buenos sin el sostén de teorías filosóficas o de mandamientos religiosos, que son patrañas sin vida en los doctores sin austeridad.
El bueno se mejora al serlo, ya que cada acto suyo marca una victoria sobre la tentación del mal, y mejora a los demás, educando con la inobjetable lógica del ejemplo. " Jose Ingenieros